Generación #Hashtag

Hace un tiempo que vengo pensando y reflexionando acerca de la rapidez con la que se mueve el mundo virtual. Quizás la fragilidad y la fluid...

Hace un tiempo que vengo pensando y reflexionando acerca de la rapidez con la que se mueve el mundo virtual. Quizás la fragilidad y la fluidez de los momentos que capturamos y tratamos de englobar en un hashtag para que sea visto por el resto del mundo es lo que nos hace a todos iguales, desesperados por un "me gusta", contentos si al final del día los seguidores crecieron un poco más.

Hoy entré a mi feed de Instagram, como suelo hacer todos los días, y me encontré con la paranoia del cambio, que según lo que todos anunciaban, iba a ser el fin de la feliz y cronológica forma de ver las fotos que teníamos hasta ahora. Claro, es que Facebook, el padre de todas redes sociales, compró a Instagram y quiere generar un algoritmo para que veamos las fotos que según este mismo entiende, nos "gusten más" (y por supuesto, monetizar la red y dar lugar a los posteos publicitados).
Me gustaría que alguien me explique cómo Instagram o Facebook saben qué me gusta o qué no (creía que si decido seguir a alguien es obvio que lo hago porque me gusta), pero esa respuesta por más que me la quieran explicar una y mil veces en realidad no me va a importar demasiado.

Ya dejamos de vivir hace rato en una sociedad en donde el trabajo bien hecho o el profesionalismo superan las vidas "curadas" de los bloggers, fotógrafos, artistas, periodistas (y la lista continúa). Vivimos a la víspera de ganar más likes. No importa si la foto está bien sacada, si el texto está bien escrito, si el diseño es apropiado. Lo que importa es tener un millón de seguidores. ¿Por qué? No sé, quizás yo vengo de una generación donde trabajar duro y recibirse a tiempo era más importante que saber poner los hashtags correctos (que hasta el día de hoy no lo sé) y ser famoso en las redes. Bajo la imposibilidad de mostrar lo que somos a través de estos terribles y mortales cambios que nos hacen desde las oficinas de Zuckerberg, entramos en la desesperación de pedir por favor que nos sigan, que nos quieran, que no se olviden de nuestra existencia (me lo imagino a Mark apretando un botón rojo y riéndose de forma malvada y todo, con esa cara de yanqui bueno a mi no me engaña).

Nos hemos convertido en la generación del hashtag. De las redes, de tomar un café con una amiga y sacarle una foto en vez de disfrutar el momento (me declaro culpable). De irnos a dormir sin decir buenas noches pero con la necesidad de revisar TODAS las redes antes de entrar al mundo de los sueños.

No sé si es el medio para compartir esto, me gusta hablar de moda pero también ser consciente de lo que nos está pasando como sociedad. Me cuesta no pensar en los libros de Bauman que leí en la facultad y que en ese momento me parecían un poco utópicos.

Será que tendremos que adaptarnos a estas nuevas formas pero no morir en el intento. Sigamos parando a mirar para arriba y disfrutar del cielo, a tomar un café y disfrutar de una buena conversación, a decir buenas noches. Y por qué no, registrar esos momentos sin dejar de lado lo que verdaderamente importa.

Y como decía Heráclito (que seguramente se estaba refiriendo a estos temas tan trascendentes): "Todo fluye, nada permanece".

#hastalapróxima


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