Las tarjetas y las dos semana restantes.

Faltan dos semanas para mi casamiento. Me muero muerta. Porque el tiempo se pasó tan rápido que ahora me dicen: "¡Ya te casás!, ¿estás ...

Faltan dos semanas para mi casamiento. Me muero muerta. Porque el tiempo se pasó tan rápido que ahora me dicen: "¡Ya te casás!, ¿estás nerviosa?", y lo que no saben es que, claramente, aún no soy del todo consciente.

Entre el agotamiento de planear el día perfecto, la mudanza y la luna de miel, no me queda mucho tiempo para pensar en que me caso (valga la ironía). Recién ayer tomé un poco más de consciencia porque fuimos a hacernos el video "preboda" y nos relajamos un montón, nos pusimos romanticones y ahí nos dimos cuenta de lo poquito que falta. A esos momentos hay que re disfrutarlos.

Bueno, pasando de página, les quería compartir algo que para mi fue super especial. No sé si la mayoría de las novias les dan mucha importancia a las participaciones, tarjetas o como quieran llamarlas. Para mí la tarjeta es la presentación de lo que va a ser la boda. Es la invitación a las personas que más queremos a nuestro momento. Así que hay que ponerle onda. Mientras pineaba tarjetas lindas y posibles diseños, pensaba en cómo es un negocio todavía no del todo explotado en Argentina. Entre todos los gastos que de por sí conlleva una boda, pagar el diseño y la impresión de algo que en general "se tira", para muchos no es una opción.

Tuvimos el honor de que una querida amiga, colega y diseñadora (Delfina, redactora en Modápolis y creadora de Coolsario), nos regalara unas tarjetas preciosas. En base a los colores y al estilo de la fiesta, nos dio varios modelos a elegir, y el ganador realmente se llevó todos los premios. Ni les cuento la cantidad de halagos y de, "Si esta es la tarjeta, no quiero pensar lo que va a ser la fiesta", que tuvimos. A todo el mundo le encantó. Primeramente a mí, por supuesto. Además nos dio tarjetitas para confirmar la asistencia que como detalle tenían una serie de dibujos diferentes (digno de una buena diseñadora) que para mi fue muy especial.

Como cierre de oro, no usamos sobres, sino que acompañando el estilo rústico de la fiesta, las cerramos con una blonda (ahora van a ver lo lindas que quedaron!), un moñito de hilo sisal, y... voilà!

Les dejo unas fotitos como siempre para que las vean con sus propios ojos. De paso, el famoso vestido en proceso ya está casi terminado, pero quería compartir solo unos detalles del proceso (porque el vestido en sí lo van a ver una vez terminado y pasada la fiesta).

Que tengan un hermoso fin de semana, el mío se irá de acá para allá terminando cosas. Siempre intentando no convertirme en Bridezilla, claro.









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